Impulsada por el interés que despierta en mi la arquitectura popular y a la vista de la destrucción indiscriminada del patrimonio que se está llevando a cabo en mi pueblo, decidí proponer hacer una exposición de arquitectura tradicional con la excusa de las fiestas pero con la intención dentro de mi de valorar o no olvidar que tenemos un patrimonio único que estamos destrozando sin miramiento alguno, cosa que a veces me enfurece pero dadas las circunstancias tengo que entender.
Hecho de menos la arquitectura pensada, la arquitectura trabajada, la arquitectura echa por y para el pueblo, me sobra esta moda de anarquía arquitectónica, paseo por las calles y el entorno se vuelve un sin sentido, es un arte abstracto que te invita a no ver la belleza, más que nada porque no la hay.
Siento la pérdida de los rincones de mi pueblo y entiendo el vacío de las calles, los rincones desaparecen, las calles no invitan al ciudadano a reunirse en el callejón, en el patio, solo tienes un destino el interior de tu triste casa.
Del 13 al 19 de agosto de 2015 se pudo visitar la exposición sobre la arquitectura tradicional de un pequeño pueblo de Cuenca, El Provencio, una arquitectura en extinción, con el tapial y el adobe como protagonistas.
La exposición se presentaba como:
Un pequeño homenaje a la arquitectura anónima que tanto admiro. Un diseño funcional donde todo está pensado, hasta el más mínimo detalle, fruto de la experiencia de un pueblo que diseña y construye según sus posibilidades y que aprende a utilizar los materiales que la naturaleza le suministra, siendo conscientes o no, de ser los primeros descubridores y conocedores de las cualidades bioclimáticas en las viviendas. Una arquitectura que no deja de sorprenderme, ya que cada vez que la observo, la comprendo más y a la vez se abren más dudas sobre ella.
Los sistemas constructivos utilizados en la arquitectura tradicional de esta zona se basan principalmente en la construcción con piedra para los cimientos y el zócalo; tapia encalada para los cerramientos exteriores; adobes revestidos con yeso para la tabiquería interior; revoltón de yeso en los forjados; y la estructura de madera, carrizo y teja curva como cubrición en la cubierta.
A continuación, se explica el proceso constructivo de cada elemento.
Herramientas para la construcción de los muros de tapia
Explicación de las fases para la construcción del tapial
El adobe y la herramienta principal para su fabricación, la adobera
Proceso de fabricación de los adobes
Diferentes usos y acabados del adobe en las viviendas
Construcción de los forjados tradicionales en bóveda o revoltón
Montaje de los forjados de caña (errata: no son placas de yeso clavadas, sino que el yeso se extiende sobre el cañizo que está clavado a los tirantes de madera)
Cubiertas tradicionales y sistemas de ejecución
Las ventanas de la arquitectura popular manchega son de madera y suelen tener dos hojas, o una si son de pequeño tamaño. Las ventanas se protegen con rejas adornadas con una gama de detalles tan amplia como la imaginación del herrero. Para protegerse del sol se colocan persianas de lamas de madera de diferente colorido.
Ventanas y forja manchega
La piquera es una pequeña puerta situada en la cámara, espacio diáfano que ocupa toda la planta superior de la vivienda. Sobre la piquera y anclado a la tapia, sobresale un palo con un enganche al que se colgaba la garrucha (polea) y con una cuerda y la ayuda de dos ganchos se subían los capachos llenos de paja. Las piqueras son de madera y las encontramos pintadas de diversos colores, que resaltan del blanco de las tapias encaladas.
Piquera manchega
Los portones son grandes puertas de madera de dos hojas. En algunos casos, una de estas hojas tiene una abertura de las dimensiones de una puerta normal. A través de los portones se accede a los corrales de las viviendas, puede considerarse como la entrada secundaria a la casa. Son de grandes dimensiones porque era la entrada y salida de carros antiguamente, y de tractores o coches actualmente. Los portones son de madera y al igual que las piqueras se pueden encontrar de diversos colores, dando color a los muros encalados.
Las «portás» manchegas
La casa tradicional manchega se divide en dos plantas. La planta baja alberga la vivienda, compuesta normalmente de una cocina grande donde se cocina y se come, un salón con los tradicionales chineros a cada lado de la chimenea decorada con un ancho friso de yeso y baldosas pintadas a mano. Los chineros son unas pequeñas alacenas empotradas en el muro de tapia donde se guarda la porcelana de China y la vajilla de la casa.
Las casas disponen de varios dormitorios, en la mayoría de los casos conectados entre sí.
En el exterior de la casa está el patio y el corral. En el patio encontramos el aljibe para la recogida de agua de lluvia, la puerta de acceso a la cueva, que es una excavación subterránea de paso estrecho, poca altura pero de longitudes variables y en casos desconocidas, que se usa como bodega para almacenar el vino y/o como fresquera para conservar la comida. Del patio salen también las escaleras que conducen a la cámara. La cámara es un espacio diáfano de superficie similar a la vivienda de la planta baja y donde se acopia la cosecha y trastos varios.
En el corral está el barranco donde se depositaban los restos orgánicos y humanos de la familia. En este espacio suele haber unas pequeñas construcciones para guardar los animales (gorrineras, gallineros,…). Sin olvidarnos de la tiná, estructura de elevación para amontonar la leña que alimentará las estufas en invierno y las cocinas durante todo el año.
Interior de la casa manchega
Por último se muestran trabajos actuales de construcción con tierra, lo que demuestra que la tierra no es material de construcción del pasado, sino que aún se conserva un gran patrimonio mundial de este material de construcción y que en la actualidad se sigue utilizando. La tierra ha sufrido un gran desprestigio con la llegada de los materiales de construcción normalizados, pero ninguno de esos materiales nuevos posee los beneficios bioclimáticos que la tierra nos ofrece.
Técnicas de construcción con tierra realizadas en la actualidad
Otras técnicas y acabados con tierra
A continuación, un pequeño homenaje para un gran hombre, mi tío José Luis, del que expuse sus dibujos y acuarelas del pueblo en los años setenta. Cuando observo sus pinturas veo a través de sus ojos la belleza que el veía en esta tierra y en su arquitectura popular, es una mirada al pasado, no tan lejano, de lo que era un pueblo con encanto.
José Luis Romera Casamayor El Provencio desde La Perala, año 1977 Acuarela Panorámica donde aún predominan las construcciones de tapial en casas y cercas
José Luis Romera Casamayor El Provencio desde la carretera de Villarrobledo, año 1977 Acuarela Predominan construciones de poca altura en tapial
José Luis Romera Casamayor Callejón de Veranio en la calle La Iglesia, año 1977 Acuarela Destaca la sencilla armonía del conjunto, con elementos simples que resaltan del encalado blanco: persianas de lamas de madera en verde, flores, cintos, tejas…
José Luis Romera Casamayor Casas del Callejón de Veranio, año 1977 Acuarela De la sencillez surgen los detalles: las sombras de las tejas sobre el lienzo blanco, la vegetación, el pozo, los cintos, las diferentes formas de las ventanas…
José Luis Romera Casamayor Vista de la calle Comisario, año 1971 Acuarela Casas de tapial encaladas con zócalos de diferentes colores. Las calles seguían una ordenación estética coherente
José Luis Romera Casamayor La Huerta, año 1971 Plumilla y acuarela Fachada principal de La Huerta. A la izquierda, el zaguán de la cuadra con cubierta de vigas de madera y cañizo; a continuación, la entrada con la parra y el cerezo, y a su sombra un rincón de descanso.
José Luis Romera Casamayor Corral de La Huerta, año 1971 Plumilla y acuarela Tapia semihundida del corral de La Huerta. Resisten los machones de piedra en esquinas y huecos
José Luis Romera Casamayor El pozo de la Huerta, año 1971 Carboncillo Brocal del pozo y de fondo la fachada principal de La Huerta. A la izquierda, la cuadra con pared de adobe, a continuación la fachada de tapial
José Luis Romera Casamayor Una huerta, año 1971 Carboncillo Huerta de tapial junto al monte Jareño
José Luis Romera Casamayor Era junto al río, año 1977 Carboncillo En la era los montones de paja y el rulo de piedra. A pesar de las construcciones modestas, el conjunto sigue una uniformidad arquitectónica, cosa que se echa a faltar en la actualidad
La exposición gráfica se cierra con fotografías de lo que era y es El Provencio. Se puede ver el pueblo en los años 40, comparándolo con la época actual; los albañiles trabajando en las casas de tapia y adobe; el antes y el después de algunas calles, de las calzadas, de las aceras, de ciertos edificios y de las viviendas.
El Provencio desde la torre de la iglesia, año 1946 y 2015
Albañiles y familias del pueblo en la construcción de viviendas
Algunas de las calles del pueblo entre los años 40 y 50, comparadas con la actualidad
Otras calles del pueblo en los años 1946 y 2015
El decaimiento de la construcción con tierra
Antiguas calles, patios y corrales
Por último se puede ver la recopilación de herramientas, útiles y materiales que se utilizaban para la construcción de esta arquitectura popular. No queda mucho y algunos de los instrumentos de madera han acabado en el fuego de muchos hogares para calentar, cocinar o por limpieza, sin saber el valor de lo que dejaban arder.
Elementos de un tapial
Herramientas y útiles para trabajar el tapial
Ganchos, que cogen las asas de la espuerta para subir el materia
Garrucha, que sirve de guía a la cuerda para subir y bajar material
Tapiales o encofrados de madera compuestos de varios tablones para la ejecución de los muros de tapial
Agujas metálicas que determinan el ancho del muro y fijan el encofrado
Tamiz para cribar el yeso, que se suministraba en terrones y se machacaba con los pisones
Pisones de madera para machacar los terrones de yeso y compactar la tierra
Adoberas, moldes de madera para hacer adobes
Adobe sin paja
Adobe con paja
Herramientas para trabajar la madera y otros útiles